sábado

LA FAMILIA, UNA INSTITUCIÓN OPRESORA

La palabra familia viene del latin
(famulus = criado)
 con la cual se hacía referencia al grupo de personas
que dependían de un amo: esclavos o sirvientes.
 Aunque luego incluiría a sus parientes libres.



El ser humano es el único animal que se reconoce a sí mismo como un ente racional y es el que dedica enormes esfuerzos en negar o disimular su origen, como lo demostrara Desmond Morris en su Zoo Humano. No obstante en muchísimas oportunidades, él en realidad, se comporta como cualquiera de los mamíferos, y a veces peor. Las personas se drogan o emborrachan hasta la estupidez, inventan máquinas para matar masivamente a sus congéneres, violan a sus crías y hasta destruyen sus hábitats naturales.

"La sagrada familia con pajarito". Pintura de Murillo
Para asegurar su existencia como especie, desde muy niños nos imponen la idea de que nuestra razón de ser en la vida es llegar a constituir una familia. Por medio de las iglesias, los medios de comunicación y los psicólogos, mañana, tarde y noche nos machacan el cerebro diciéndonos que la madurez, la verdadera realización y la felicidad de cada uno de nosotros, sólo se alcanza cuando conformamos un hogar aparte; aquella unidad indisoluble de esposos, casa, carro, hijos y perrito. Por su puesto que los espíritus gregarios, aquellos que sólo se guían por lo que hace la montonera se tragan ese cuento y de forma acrítica hacen lo que sus generaciones anteriores han hecho, se enrolan en la tarea de tener hijos, sin medir para nada las responsabilidades que ello implica, ni sus consecuencias.

Todo estaría bien si viviéramos en un mundo ideal, donde las personas fuesen inmunes a las inestabilidades emocionales, donde cada padre estuviese plenamente capacitado para formar la dichosa unidad familiar y se cumpliera sin contratiempos el fantasioso refrán de que cada niño llega al mundo con el pan debajo del brazo. Pero no es así, porque las parejas no evolucionan psicológicamente en la misma dirección, algunos se hacen padres por accidente o son reos de la ignorancia y las crisis económicas aparecen en los momentos menos esperados. Tenemos que reconocer que mientras la masa se debate entre la pobreza y la miseria sólo una pequeña parte de la población es de familias adineradas que pueden contar con seguro médico, un trabajo estable, asesorías pedagógicas y estándares de formación altos.

En términos generales la familia, la convencional, es una carcasa que, hasta el más bruto, puede construir para cumplir con el propósito de reproducir a la especie. Es una carcasa dentro de la cual se difunden las formas de pensamiento social más arcaicas, ligadas al machismo, el patriotismo, la hipocresíael racismo y el individualismo. Por eso muchos plantean que esa institución está en una profunda crisis. La paradoja es que los curas, los periodistas, los políticos y los sujetos de mente estrecha insisten en defenderla por moralismos sociales caducos o por conveniencias mezquinas, como lo hacen los comerciantes. Y mientras tanto cada nueva generación va padeciendo las consecuencias de su estructura opresora y de su descomposición.

Ahora bien, ir de los enunciados generales al plano de lo concreto no siempre es fácil porque nuestro entorno está plagado de casos de hogares "disfuncionales" que sustentan su existencia en el deseo de proyectar ante los demás falsas imágenes de "calor de hogar", amor filial y fraternidad. Para prolongar esa idea estereotipada de felicidad la sociedad ha creado los esclavos de las formalidades hogareñas, aquellos que se encargan de las fiestas de cumpleaños, las primeras comuniones, la defensa de las tradiciones populares, las fiestas decembrinas, etc. Empero es tan falsa y dramática la situación que por eso el día de la madre, es la fecha más violenta del año en Colombia.



En el ámbito de la sexualidad, tenemos que la familia es una institución diseñada para imponerle a todos los individuos una sola forma entender la vida, centrada en el modelo cristiano- monogámico, pero como las necesidades de las personas son tan concretamente distintas, abundan en su interior de forma soterrada las infidelidades, los divorcios, los incestos, la homosexualidad y la endogamia. Por supuesto que esa lucha entre la represión y los deseos naturales deja unas consecuencias psicológicas nefastas. Así es como millones de seres sufren a diario en silencio, porque deben seguir guardando las apariencias de estar bajo el techo de la Sacro Santa familia feliz. En ello los jóvenes llevan la peor parte pues en esta institución los padres se han constituido en los represores de la sexualidad de sus hijos y en su fanatismo apelan a la manipulación mediante prejuicios y castigos de diversa índole. Es de suyo que a la niña que tiene dos novios se la trata de prostituta, mientras al niño mujeriego se le exaltan sus dotes, por ser un macho potente. Y en materia de prejuicios ni hablar de hacer el amor en la cama de los padres,  ¡horror de los horrores!. Aunque padres con sus amantes clandestinas e hijos con sus novias se pueden deleitar en la misma cama de un motel y no pasa nada.

Esta caduca organización social, hoy se sigue promoviendo desde el Estado y las iglesias porque la “familia moderna” es la proveedora y renovadora de la fuerza laboral que necesita el sistema económico. Para el capitalismo es una gran institución porque ayuda a que el peón sobreviva en la miseria, al tiempo que los convierte en prisioneros de la sociedad de consumo. Ya los esclavos de hoy ven como normal que se asocie, en navidad, la felicidad con el acto de comprarle a sus seres queridos cuanta chuchería provea el mercado. Con los nuevos estándares de realización en la mercancía, los jóvenes son presionados por la familia a integrarse lo más rápidamente posible como peones de baja calificación profesional al sistema general, y lo hacen, supuestamente, para ayudar al bienestar del hogar. Pero prontamente cansados de ser explotados y humillados por sus padres los jóvenes se desesperan por cumplir con los roles sociales que les han sido asignados y pasan a la reproducción del ciclo: se casan, tienen hijos, buscan comprar la casa, el carro y el perrito.

El actual ideal de familia es la que logra que el animal humano interiorice el miedo al "Qué dirán", un principio fundamental que hace posible que los individuos pierdan la libertad desde su propia conciencia. Es la familia una unidad particular de la sociedad, dotada de una fuerza avasalladora tan impresionante que solo unos pocos pueden escapar de esa trampa de miseria. De ahí que los hijos de los alcohólicos muy probablemente salgan drogadictos o delincuentes, los descendientes de los amantes de la trivialidad salgan egoístas e idiotas del consumismo. Los padres que no se preocupan porque sus críos tengan una mesa donde estudiar, una biblioteca digna y el apoyo moral necesario, lo único que consiguen es que sus hijos sufran las consecuencias de no tener valores, ni una formación de calidad. Por el contrario da gusto ver los casos de padres profesionales que logran hacer que sus hijos sean seres pensantes y no se conviertan en meras fichas del sistema. Sobre este asunto vale la pena leer a Pierre Boudieu, porque él explicó muy claramente que los ambientes familiares son claves en la determinación de las formas del ser y del pensar de los sujetos, en razón a las categorías del hábitus y por las diferencias que se dan en la apropiación de las tipos de capital (social, simbólico, económico y cultural).

De manera que en el seno de esta familia se forman o se refrendan muchas de las ideas y prejuicios sociales que hacen infelices a millones de personas (aunque también se puede ser feliz en la alienación). Darse cuenta de que en nuestro cerebro nos han incrustado los principios de nuestra propia desgracia es una de las tareas más difíciles que una persona puede resolver, pero cuando se alcanza es factible conquistar la libertad. Y sólo en la independencia espiritual de los demás es que podemos empezar a construir nuestra identidad, la autoestima y/o la buena vida.



JACKELINE RAMOS TORRES

Explorarte XIII collage. 70 cms x 100 cms.
EXPLORARTE XII A JACKY  70 cms x 100 cms.


Lapices de colores. jackyLisa. 
Oleo. JackyMala. 60 cms x 80 cms


Acuarela y lapices acuarelables

Acuarela y acrilicos

Tinta china

Ilustración del libro Fábulas de Esopo. Tinta china, acuarela y lápices de colores


Acuarela


Lápiz


Oleo sobre lienzo

Tinta china



Acuarela

Lapices de colores, dormilona


Lápices de colores

Jacky en flor, Lapices de colores y tinta china,  70 cms x 50 cms.






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lunes

UNA VISITA AL PSICÓLOGO

La vida es enormemente compleja y en muchas ocasiones se nos presentan tantos retos al mismo tiempo que llegamos a sentimos acorralados o abatidos. ¿Cómo tomar decisiones inteligentes en esas circunstancias? Algunos se tragan los problemas, se comen las uñas, se lastiman la cara o en general los somatizan en stress, angustia y dolencias físicas de diverso orden. Hay quienes aprenden a alternar diversas actividades (como deporte, estudio, paseos o artes) para tomar las cosas con calma y otros salen airosos gracias a que saben cuándo pedir ayuda a un ser querido, a un amigo o a un psicólogo.

La psicología es una ciencia en construcción que apela a las formas de las ciencias puras, intentando complicarlo todo con palabras raras y hablando de métodos de investigación, heurísticas y demás..., aunque no deja de tener elementos propios de las formas religiosas o mágicas de sanación del espíritu.

No obstante hay que reconocer que los psicólogos ayudan eficazmente a muchas personas a salir de los momentos difíciles y a morigerar comportamientos "erróneos". Ellos por ejemplo nos recuerdan la importancia de superar el “principio del placer” para llegar a la madurez. Dicho principio, aunque muchos no lo crean está en la raíz de la mayoría de los comportamientos del colombiano promedio, pues la inmediatez y el deseo vivir el hoy y el ahora hedonísticamente son los que hacen de nuestra sociedad un universo caótico. Bajo el principio del placer las personas, por darse un gustillo, echan por la borda una relación seria, venden su voto a cambio de un bulto de cemento y se la pasan comprando comida callejera, sin pensar el riesgo de intoxicación. Por su parte el “principio de realidad”, nos dice la psicología, es aquel que nos lleva a evaluar las condiciones del presente para pensar en objetivos de largo plazo. Es decir que parte de la idea de aprender a tomar decisiones racional y controladamente para alcanzar la buena vida.

Ahora bien, ¿tenemos que aceptar todo lo que nos digan los psicólogos? Por supuesto que no, sólo los ingenuos siguen ciegamente lo que los demás les dicen. Lo que esos profesionales pueden deducir de nuestra existencia son como las imágenes que proyectan los espejos deformados. Es decir no son totalmente reales, ni completamente falsas. ¿Por qué el resultado es una imagen deformada? Porque están conociéndonos y le estamos dando una información, e inconscientemente le vamos negamos otra. Luego ellos toman esos datos y los ponen en relación con sus propios prejuicios de orden religiosos, sociológicos, los de género e incluso los contrastan con sus propios idearios políticos. De suerte que lo que los psicólogos nos muestran es lo que creen ver en nuestro ser. Así por ejemplo si el doctor fuera de los tiempos de las sociedades poligámicas (hacia la cual parece que regresaremos) no vería ningún problema en que compartiéramos nuestra sexualidad con dos o más personas. Y lo quieran ellos o no cuando el paciente es hombre la tendencia es propiciarle las características que se esperan de él tales como espíritu de lucha, el carácter fuerte, la valentía y la audacia.

Ese es entonces un riesgo, pero consultar a un especialista de estas áreas del saber es bueno por cuanto tener segundas y terceras opiniones sobre cualquier asunto nos ayuda a asumir perspectivas complementarias o distintas. En ese espejo se pueden “ver” cosas que están ocultas de nosotros, digamos por ejemplo, la parte posterior de nuestras piernas o lo que tenemos detrás de las orejas. Con el psicólogo podemos explorar nuestra infancia y entender los elementos actuales de nuestra personalidad.

Como la opinión del psicólogo se suma a lo que todo el mundo nos dice sobre lo que hay que pensar o hacer debemos recordar que solo nosotros, como individuos o como pareja, tomamos las decisiones y escribimos nuestra historia. Las mentes libres son aquellas que toman distancia de las condiciones reales, las presiones familiares y de las circunstancias sociales para construir y luchar por sus utopías, cueste lo que cueste.

Finalmente, como complemento, me permito sugerir descargar en internet el libro "Escucha, pequeño hombrecito" de Wilhelm Reich. Él dice “Olvídate de tu vecino y escucha lo que está en tí; tu vecino también estará agradecido”.