martes

LA SALUD COMO NEGOCIO

No todos los casos de la vida real se pueden generalizar como fenómenos sociales, pero creo que este que les voy a contar da pistas para entender lo nefasto que ha sido el hecho de permitir que unos cuantos políticos mercenarios del empresariado hicieran de la salud un negocio.
Unos hampones que huían en taxi, tras cometer su delito, le dispararon a mi hermano, la suerte quiso que el vendito proyectil tan sólo le diera en un brazo, pero la mala fortuna estuvo en que lo pilló sin tener afiliación a una EPS. Sí, fue toda una desgracia porque no es lo suficientemente pobre como para merecer el Sisben ni tan acomodado como para poder pagarle a los chupasangres de la salud, ya que forma parte de esa gran población de colombianos que el Dane denomina desempleados o, para ser más precisos, de una más “honrosa” categoría, la de aquellos que viven de la economía informal. De urgencias fue llevado a la clínica Farallones, donde lo atendieron en las primeras horas, pero cuando llegué me dijeron: “Hay que operarlo y para ello usted debe cancelar 10 millones de pesos, puede que cueste menos…pero de momento eso debe pagar” Yo por su puesto le dije a la niña que me atendía: “Ese dinero no lo tengo ahora pero si me da un plazo, como decir, mañana podría ver cómo conseguirlo” a lo cual me respondieron tajantemente “No, debe cancelar ahora o de lo contrario se lo remitimos al Hospital Departamental, donde se demoraran varios días en operarlo… y no podemos esperar porque es política de la empresa”. Claro que entendí la situación, especialmente la ultima expresión porque la ley 100 de nuestro gran expresidente convirtió a cada ser humano en un cliente y a la salud pública en un negocio. A la hora entonces, llegó una ambulancia, me cobraron 400.000 pesos para dejarlo salir y fue trasladado al HUV. Allá efectivamente lo tuvieron más de 15 días y cuando pude recorrer los pasillos y la zona de urgencias me acordé de una vieja serie televisiva, de M.A.S.H. el hospital de combate de los yanquis en Corea. Es increíble los contrastes que uno tiene que ver en ese lugar: los jóvenes doctores muy amables tratando de atender a tanto herido con limitados recursos, policías custodiando heridos, enfermos en camillas por los pasillos, sin una cilla para el visitante y unas condiciones locativas sumamente deprimentes. Yo sólo les digo a mis lectores que crucen bien sus deditos para que nunca el destino lo lleve por esos lares. Ahora bien, las experiencias que uno tiene en los espacios públicos debe llevarnos a reflexionar sobre lo que es público, es decir sobre la política para no quedarnos en la lamentación o pensar que estas cosas suceden como parte de un “castigo divino” porque muchas de nuestras desgracias también son el fruto de malas decisiones humanas. No olvidemos que es en las elecciones donde una y otra vez los colombianos votan por la misma casta de oligarcas egoístas, por mafiosos y parapolíticos a quienes la salud de los demás no les preocupa. Una y otra vez votan por quienes nos garantizan salarios de hambre, guerra y “confianza inversionista” para que se lleven nuestros recursos naturales. Además muchos se hacen los locos frente a la delincuencia, hasta cuando les tocan el pellejo y otros olvidan que la ola de violencia urbana que padecemos en nuestras grandes ciudades no es sólo causada por las gentes de mal corazón, sino que tienen en parte su origen en factores como el desplazamiento, el desempleo y, en general, la injusticia social. La tan cacareada “Seguridad Democrática” nos dejó un importante legado: llevo a toda costa la guerra al campo, con lo cual, y gracias a fenómenos como los mal llamados “falsos positivos”, casi 4 millones de campesinos se vieron expulsados de sus tierras, algunos de ellos fueron a dar a las ciudades donde reina el desempleo, se pavonean los paramilitares y dominan los grandes patrones de la droga. Esa mezcla a resultado explosiva porque de alguna forma presionan procesos de drogadicción, violencia intrafamiliar, alcoholismo y esquizofrenia. Lo peor es que no vislumbro una fecha para que podamos salir del atolladero porque la oligarquía a renovado su férreo su control sobre el Estado y el nuevo mandatario se apresta para continuar con el reencauche del viejo cuento del “Frente Nacional” que le permitirá a sus amigos de casta seguir expoliando a los pobres y prolongando la guerra. No importa que ahora nos pinten pajaritos, en cuatro años volveremos a la realidad y algunos gritarán “oooh y ahora quién podrá salvarnos”….a lo que desde el Tiempo responderán de nuevo con su consigna “el Santin Colorado”.