UNA FRASE ESPECTACULAR
"El magnánimo es un hombre que tiene misión creadora: vivir y
ser es para él hacer grandes cosas, producir obras de gran calibre. El
pusilánime, en cambio, carece de misión; vivir es para él simplemente existir
él, conservarse, andar entre las cosas que están ya ahí, hechas por otros —sean
sistemas intelectuales, estilos artísticos, instituciones, normas
tradicionales, situaciones de poder público. Sus actos no emanan de una
necesidad creadora, originaria, inspirada e ineludible—ineludible como el
parto. El pusilánime, por sí, no tiene nada que hacer: carece de proyectos y de
afán rigoroso de ejecución. De suerte que, no habiendo en su interior
«destino», forzosidad congénita de crear, de derramarse en obras, sólo actúa movido por intereses
subjetivos—el placer y el dolor. Busca el placer y evita el dolor. Este
modo de funcionar vitalmente que en sí encuentra le lleva a suponer, por
ejemplo, que si un pintor se afana en su oficio es movido por el deseo de ser
famoso, rico, etc. ¡Cómo si entre el deseo de fama, riqueza, delicias y la
posibilidad de pintar este o aquel gran cuadro, de inventar un estilo
determinado, existiese la menor conexión! El pusilánime debía advertir que el
primer pintor famoso no se pudo proponer ser un pintor famoso, sino
exclusivamente pintar, por pura necesidad de crear belleza plástica. Sólo a
posteriori de su vida y obra se formó en la mente de los otros, especialmente
de los pusilánimes, la idea o ideal de ser «famoso pintor». Y entonces, sólo
entonces, atraídos en efecto por las ventajas egoístas de ese papel—«ser famoso
pintor»—, empezaron a pintar los pusilánimes, es decir, los malos pintores."
Tomado de: "Vieja y Nueva Politica" José Ortega y Gaset, Edit. Revista de Occidente Madrid 1960 Pags. 115- 116