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TRANSPORTE PUBLICO GRATUITO

Concreto y asfalto, eso es lo que la gente cree es modernidad.

En la medida en que las ciudades crecen, todo se hace más complejo y va aumentando la necesidad de que sus habitantes se acostumbren a optar por un comportamiento informado y racional, para garantizar la convivencia.

Si bien eso es lo que ha demostrado el desarrollo urbano a nivel global, en Colombia las personas continúan considerando que por encima de las reglas colectivas, están la satisfacción de sus necesidades inmediatas y las conveniencias individuales. Eso explica, en buena medida, nuestros altos niveles de estrés, la intolerancia y la imposibilidad de vivir en paz. 

Otros países tienen ciudades hermosas, donde la gente vive en relativa armonía, como por decir Austria o Francia, pero ello no se debe a sus altos niveles de “desarrollo económico” como creen los teóricos parlanchines del emprendimiento sino a la capacidad organizativa que tienen como sociedad. En este país, por el contrario, parece que nada funciona. Ni siquiera podemos ponernos de acuerdo para cuidar el parque del barrio, por eso se los dejamos a los contratistas de la alcaldía. Yo lo entiendo, porque con frecuencia los estudiantes dicen:“cuando tenga plata, tendré una casa grande y bonita”, pero son incapaces de organizar sus apuntes o de tener limpios sus zapatos, eso ni qué decir de su incapacidad para trabajar en equipo, pues son tan listos que para no tener problemas, “hacen una vaca” y le pagan a cualquiera para que les redacte la tarea.

La diferencia que tenemos con otras ciudades del mundo son realmente dramáticas, mientras ellos han estructurado sus ideas, han planificado, y construido sistemas de transporte público, aquí nos hemos acostumbrado a vivir en un caos constante. Durante décadas la “ley del centavo” cobró la vida de miles de personas en las grandes ciudades, sin que se pensara en hacer algo serio para remediarlo. Luego los políticos-empresariales, importaron la experiencia de Curitiva y organizaron los sistemas monopólicos de transportes masivos como el Transmilenio, que como fue una mala copia, ha resultado todo un fracaso porque en el cruce de los intereses empresariales, la politiquería, la desorganización, la pereza colectiva y la piratería, nada funciona. Por ello, muy a pesar de las pantomimas de los genios de la “movilidad”, durante un largo periodo de tiempo seguirán los motociclistas haciendo lo que les viene en gana, la piratería o la ilegalidad seguirá funcionando, cada familia tratará de tener dos o tres carros para evadir el pico y placa y hasta los ciclistas se seguirán matando por su costumbre de creer que las normas de tránsitono van con ellos.

El problema es en que la lucha por las soluciones individuales y la falta de planificación ya se están destruyendo la salud de las personas y de las otras formas de vida. La catástrofe no se ve en el futuro, ya está en las grandes ciudades. Se engañan los que creen que la respuesta está en polemizar sobre los carros eléctricos, el Transmilenio con buses a gas o electricidad, metro elevado, o metro subterráneo. No señores, la solución está en construir un sistema racional, futurista y sobre todo basado en la gratuidad, tanto en las capitales como en otras ciudades.

La idea no es que sea novedosa, porque ya la han planteado en Luxemburgo. Lo novedoso sería que en Colombia se entendiera que ese sistema nos saldría más barato y mil veces más ecológico que un sistema basado en tarifas subsidiadas o de “libre empresa”. El dinero para implementarlo ya existe, el problema que se lo están robando delante de todos, pero como somos una sociedad caótica, nadie intenta remediarlo y a nadie le importa. Si apareciera un alcalde inteligente diría lo siguiente: en lugar de pagar la construcción de una infraestructura para los negocios privados, ese dinero lo destino a un fondo X. En lugar de pagar policías inoficiosos durante 24 horas, ese dinero lo pongo en X. En lugar de hacer contratos de mantenimiento, ese dinero lo pongo en X. En lugar de pagar contratos de campañas “pedagógicas” para evitar los colados, ese dinero lo envío a X, En lugar de invertir en puertas anticolados, ese dinero lo pongo en X. Pregunta: ¿Cuánto dinero habría en X a fin de mes? El problema es que son los contratos los que ponen y sostienen a los alcaldes. Para desarrollar la idea los gobernantes pueden crear empresas municipales o, como es la moda, contratar por viajes, con las cooperativas privadas que han de competir con ofertas de vehículos no contaminantes y por calidad, durante un periodo de 5 años. Obviamente suponiendo que los contratos se desarrollen con transparencia. Entonces la gente que se las da de lista pensará: en lugar de ir en carro voy en transporte colectivo para no pagar parqueadero ni gasolina, el aire que respire será más limpio y no tendré que aguantarme los trancones.

El alcalde ya no tendrá que invertir tanto en nuevas autopistas o en las famosas Megaobras de asfalto y concreto y le dirá al individualista: “si usted quiere ir en carro propio o en taxi para contaminar más, entonces, pague más! Además el pirata, el "Ubero", el motopiojón ya no pondrán en jaque al sistema, porque no serán competitivos.

Insisto, el problema es que para encontrar soluciones, necesitamos gente inteligente y honesta que crea más en las ventajas de pensar en el interés general que en la conveniencia propia.