Si
una verdad de apuño existe en la ciudad de Cali es que con las ideas de
progreso y modernidad, los ríos que la bañan agonizan a pasos agigantados y algunos ya parecen verdaderas cloacas por la turbiedad que llevan y
los olores hediondos que expiden. En efecto, atrás quedaron las historias de
los viejos cuando contaban que los domingos disfrutaban bañándose en el Aguacatal,
Meléndez, Dapa y en el rio Cali en el famoso “Charco del burro”. Del río Cauca ni
hablar porque con la ayuda de la CVC, los terratenientes, los industriales y la
población lo han convertido en una corriente peligrosa para la salud porque a
él van a dar todos los detritos imaginables de la urbe.
Para que las personas disfruten de la belleza natural del rio Cali, nada mejor que echarle cemento a sus orillas... |
Los
culpables de la muerte paulatina e inexorable de nuestros ríos, de la hecatombe,
son los burócratas elegidos por el pueblo, los que con el disfraz de medioambientalistas
se parapetan en la CVC y el Dagma para hacerle el favor a los especuladores de
la tierra y, claro está: la misma ciudadanía.
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Ya se están talando los arboles y se corren los cercos par echar mas asfalto. Así los "amantes" de disfrutar la naturaleza podrán ir a destruir lo que queda. |
Pero
si bien esta historia es de por sí terrible, aún queda algo más por contar y es
hoy el turno es para el ultimo de nuestras fuentes hidricas, el rió Pance. Los burócratas
de marras han iniciado las labores de ampliación de la vía que conduce al
Parque de la Salud, dizque para solucionar los problemas de “movilidad” del
sector. Y esto es lo que leemos en la prensa: “La ampliación de la vía a Pance
tiene un valor de $21.057 millones y fue adjudicada en junio del año pasado al
Consorcio Vía Pance, que está conformado por Amézquita Naranjo Ingeniería &
CIA, SCA y Fernando José Castro Spadaffora.” Luego afirman que “El director de
la CVC, Rubén Darío Materón, señaló que para autorizar la tala de los árboles
“se tuvieron en cuenta criterios técnicos como el diámetro a la altura de pecho
del árbol a intervenir, el factor de crecimiento, su importancia ecológica y su
localización. Además se tuvo en cuenta que el trazado de la vía en ningún
momento afectara al río”. Y finalmente recordemos que nos dicen que “se ordenó al contratista la siembra de 10.009
árboles de diversas especies nativas”.
¡Pura
Carreta!
La
verdad es que en este país ahora con el engrandecimiento del “problema de la
movilidad” los políticos parece que tienen menos materia gris que un mosquito, para
encontrar las soluciones, pero la verdad es que esa gente es más astuta de lo
que parece, simplemente se prestan sin escrúpulos a los apetitos de los
especuladores inmobiliarios, con tal de sacar su tajada. Seguro que en otro país pensarían en algo novedoso y realmente efectivo, pero aquí... imposible!
Sin
embargo no podemos llamarnos a engaños, la muerte del río Pance viene de años atrás
cuando empezó a echársele asfalto a la vía, pues la gente empezó a ir en masa,
sin miramientos frente a eso que se llama capacidad de carga, algunos se fueron
a hacer fortuna construyendo viviendas de élite, los dichosos “emprendedores” inundaron las riveras, aparecieron los sembradores dominicales de basura y
aumentaron de forma peligrosa los desechos coprológicos de los bañistas y sus
mascotas.
Ciertamente
hay que ir un domingo para ver el enorme contraste que nos ofrece la naturaleza
del sector de Pance. Hay parajes aun hermosos por donde fluye el agua cristalina,
pero en sus orillas es deprimente ver las consecuencias de los actos de la enorme cantidad
de personas que suben a destrozarlo todo porque en su intelecto no cabe el
raciocinio.