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Universidad del Valle espacios y lugares

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No es una simpleza decir que las personas nos realizamos en una porción del espacio, porque en tanto que seres vitales siempre estaremos interactuando con él y, por consiguiente generando factores complejos de determinación. A veces el entorno influye poderosamente el comportamiento de los hombres y en otras oportunidades son los seres humanos los que modificamos aéreas de la tierra que posteriormente nos condicionarán.


Pero como el concepto de espacio hace referencia a una dimensión abstracta e infinita, los geógrafos nos han enseñado que es necesario utilizar unas nociones más precisas, como las de lugar, territorio o región, a fin de estudiar mejor los procesos que se dan sobre la faz de la tierra. Para ellos el lugar es una porción específica del espacio que ha sido interiorizado, es decir que posee ya una carga simbólica y afectiva para el que lo ocupa o frecuenta. Así pues, son los lugares los que dan sentido a la existencia de los individuos y las colectividades, porque a pesar de la teoría de la globalización nosotros experimentamos áreas concretas que, impregnan nuestros sentidos, que disfrutamos y valoramos positiva o negativamente.

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En Univalle asistimos a una apatía terrible frente al bienestar colectivo, cada cual quiere hacer de este bien Publico lo que a su interés particular le conviene. Los funcionarios parece que ingresaran en helicóptero, pasan por encima de todo y se encierran en sus oficinas a cuidar el puesto, dejando que los demás hagan lo que les plazca. Que bueno sería que las luchas por el salario por ejemplo se correspondieran con la calidad del trabajo, y que las peleas estudiantiles estuvieran estrechamente ligadas a una preocupación por el rendimiento académico y la defensa y cuidado real de la universidad pública. Pero hoy en día si usted se atreve a pensar distinto y a exigir una realidad diferente, con una cabal valoración ética en las acciones, entonces vienen los señalamientos, los “radicales” que predican un mundo mejor y plena democracia buscan la manera de callarlo con amenazas.


Ahora bien, para muchos de los asociados de FONVALLE (Fondo de Empleados de la Universidad del Valle, entidad cooperativa) nuestra vida transcurre gran parte del tiempo en el campus universitario y a veces pasamos tantas horas en él que en casa hasta el gato nos extraña. Eso es porque lo hemos convertido en un lugar multifuncional, pues ahí desarrollamos nuestro trabajo, hacemos deporte, es donde tenemos amistades e incluso los amores. Sin embargo en nuestra comunidad viene creciendo en los últimos años un sentimiento de alienación, de inconformidad o rechazo por cuanto se va produciendo una degradación continua de nuestro lugar de convivencia. La aparición permanente de los promotores del tropel, las ventas informales, la falta puntos de encuentro realmente dignos, las amenazas a los colegas profesores y la proliferación de las drogas o el licor, se están convirtiendo en unos factores nefastos que destruyen incluso la imagen de nuestra institución ante la sociedad. Lo cual es muy grave porque ella le da sustento y la justifica. 

El día que toda la ciudadanía nos mire como un foco de descomposición, sin duda, los amigos de privatizarlo todo, correrán al remate de un patrimonio que ha sido construido en 65 años historia. Entonces, es preciso, preguntarnos por el origen exacto del problema, conocer las tendencias e indagar sobre los planes de desarrollo para contribuir o matizar el futuro de una institución que le da soporte también a nuestro proyecto cooperativo.
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Para superar la paulatina alienación de nuestro lugar de coexistencia, juzgo como primordial, empezar por recordar que la Universidad del Valle es una entidad estatal de Educación Superior y sólo eso. Esto implica que debe ser permanentemente rediseñada y pensada para la formación de los nuevos ciudadanos y no podemos permitir que se le siga mirando como: un “rumbiadero”, un escenario para el ejercicio de la confrontación violenta, una entidad donde poner en marcha nuestros negocios, una zona verde para disfrute de la mascota, ni verla como un ente caritativo, por cuanto los estímulos y las becas de estudio hay que propiciarlas sobre la base de la alta responsabilidad académica.

    Los urbanistas, arquitectos y ecologistas saben muy bien que cuando los ciudadanos permiten o dan un mal uso a los espacios, se generan una enorme cadena de perjuicios, tales como el abandono, el deterioro físico y la consecuente percepción negativa, por parte de los hombres del presente, como de las generaciones futuras. Es por esto que los docentes debemos estar atentos a todo aquello que hacemos en y con nuestro lugar de trabajo, debido a que forma parte del currículo oculto. En consecuencia, si no estamos haciendo bien la tarea, cómo vamos a enmendar el presente y que clase de espacio o de lugar le ofreceremos a las nuevas generaciones? La respuesta sin duda deberá trascender el análisis de lo complejo para materializarse en unas acciones concretas pero siempre cuidando la coherencia porque, por ejemplo, no parece inteligente proseguir exaltando la riqueza natural de nuestra universidad, mientras el Plan Maestro plantea continuar el proceso de expansión del cemento y el concreto sobre las zonas verdes más ricas en biodiversidad de la ciudad. Si el plan es sumar a la situación problemática del presente, un crecimiento basado en la confusión de ecología con jardinería, como se evidencia también en la remodelación de la piscina y los nuevos metros cuadrados de construcción, no parece que lleguemos a feliz puerto. 


   Finalmente recordar lo que Noam Chomsky a señalado: que debemos ocuparnos por aquel grado de responsabilidad que tenemos frente a la miseria y las injusticias del mundo. Es decir que si uno se siente responsable así sea en un 1% de cuanto acontece a nuestro alrededor, entonces debemos ocuparnos de esa pequeña parte, haciendo algo por remediar las cosas.

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