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EL TURISMO Y EL PROGRESO




Señor, le compro ese rancho para poner un ecoparque...
usted se queda como peón,
ganará mas  y se podrá comprar un telefono inteligente.
Es increíble la cantidad de mentiras y verdades a medias que se han venido fabricando alrededor del turismo, como cuando se cree que generan progreso y bienestar a los pueblos. Claro, existe el convencimiento de que a mayor número de dinero circulando, mejor, pero sin hablar de la distribución de la ganancia y los perjuicios sociales, económicos y medioambientales.

En los temas económicos, antes de continuar pensando como la masa, las personas y las sociedades deberían plantearse la tarea de responder a dos preguntas fundamentales.

Desarrollo económico ¿Para qué? y ¿hasta dónde?

Para llevar una buena vida los sujetos deberían saber para qué luchar, para que trabajar o para qué aspirar a tener más dinero? ¿Para qué promover el turismo en un pueblo remoto de campesinos? La respuesta casi siempre parece tan sencilla que dicen: “para progresar” como si fuese sinónimo de felicidad. Y hasta dónde? No hay límites, porque todos nos merecemos un carro último modelo, un yate, una mansión y un avión privado.

La mayor conquista del sistema capitalista no está en el desarrollo de la individualidad, en sus conquistas tecnológicas, o en la supuesta democracia construida, sino en la naturalización de su existencia. Hoy la población mundial, en su casi totalidad, solo puede pensar y ver la realidad de acuerdo con los postulados filosóficos que nos ofrecen las burguesías poderosas que nos gobiernan desde los organismos multilaterales y los Estados “nacionales”. Por ello nos parecen normales principios como: todo es susceptible de ser vendido y comprado, el egoísmo es consustancial a los sujetos, consumir es igual a existir y el ser humano se hizo para someter a la naturaleza. El sistema está tan bien estructurado que a quien se atreva a cuestionar o pensar distinto, se le mira como bicho raro y es condenado al ostracismo. Es verdad que algunos pequeños grupos tratan de levantar la cabeza, pero la tragedia es que la masa apaciguada con sus juguetes electrónicos, las “industrias” del entretenimiento y los afanes consumistas, sigue sin visualizar cómo este planeta va al despeñadero.

Bajo las teorías del crecimiento económico constante y las bondades de la iniciativa privada, los sujetos han asumido la creencia de que la felicidad o el éxito son directamente proporcionales a la riqueza individual. Cuando la pregunta fundamental de los seres humanos debería ser: ¿Cuál es el mínimo de bienes necesarios para llevar una buena vida? De manera que mientras el capitalismo aspira a los máximos, el desarrollo futuro tendrá que pensar sobre los mínimos, porque el cuento del máximo reciclaje y el máximo de energía renovables, no son una alternativa al proceso de destrucción actual.

Llevarles modelos de turismo a los campesinos no es una gran idea porque si no se les dignifica primero el trabajo, abandonaran el campo para hacerse peones de los hoteleros. La experiencia indica que la promoción o creación de un punto turístico sobre un espacio geográfico dado, significa ulteriores flujos de personas (más inversionistas, comerciantes, desempleados, vendedores informales, turistas, delincuentes etc.), modificaciones al paisaje, demandas de todo tipo de servicios, flujos de mercancías, explotación intensiva de los entornos más próximos para la producción de alimentos, un aumento del valor de la tierra, que implican con el paso del tiempo, la construcción de nuevas obras de infraestructura. Al final al campesino le toca dejar la tierra para buscar un empleo mas lucrativo que le permita ser otro tonto de esos que buscan a toda costa cómo comprarse una moto o un carro y el celular ultimo modelo, para no ser menos que los demás

Además, téngase en cuenta que no es lo mismo plantear nuevos proyectos turísticos en países bien estructurados, que hacerlo en entornos donde las formas corruptas de comportamiento, la irracionalidad y el analfabetismo son la tónica preponderante. No se necesita ser futurista para saber que, en dichos espacios, si el Estado o la comunidad no logran establecer un control permanente, la iniciativa privada seguirá generándole beneficios a unos cuantos, problemas a la mayoría, y para la naturaleza, las llamadas “externalidades” que pueden visualizarse a kilómetros de distancia.