lunes

LOS ENEMIGOS DE LO PÚBLICO


La aplicación del modelo de desarrollo económico de corte neoliberal ha significado el demantelamiento de ya casi todas las entidades que tenía el Estado. Nuestros ilustres gobernantes a muchas las liquidaron de un plumazo para dárselas a precio de huevo a los grandes capitalistas, algunas las sometieron a procesos paulatinos de descomposición clientelista antes de rematarlas y a otras, definitivamente la corrupción de sus funcionarios y trabajadores las llevaron y las van conduciendo a la ruina. 
La idea que nos vendieron fue que en manos privadas serian más eficientes, pero ahora padecemos servicios de salud que matan, servicios públicos de robo y un sistema de educación cada vez más costoso y de baja calidad. La oligarquía se ha hecho más rica al tiempo que siguen en aumento el número de los pobres. Por su puesto que muchos nos oponemos a que sean los capitalistas los que deban atender los servicios esenciales y quisiéramos apoyar a los trabajadores cuando reclaman la defensa de las entidades del Estado, pero dolorosamente tenemos que decir que entre los enemigos de lo público también están aquellos trabajadores o empleados que buscan o exigen el máximo de garantías a cambio de un mínimo de esfuerzo y cero compromiso. 
La reciente movilización de los estudiantes frente a las pretensiones del gobierno por afianzar la óptica empresarial en la educación superior, me hizo caer en cuenta de que en la tradición nacional, los líderes están hechos para exigir, y no para que se les exija. O ¿Acaso los colombianos no vimos la indignación del Senador Merlano cuando le pillaron conduciendo borracho?. Bajo estas condiciones de ineficiencia y falta de rectitud por parte de muchos líderes o sindicalistas, es normal que muchas personas se pongan del lado de los insaciables burgueses con sus discursos privatizadores. 
No será mi caso, pero para mostrar la complejidad de las cosas, mencionemos brevemente lo que pasa con EMCALI. Los últimos gobiernos han buscado la forma de pasarles la empresa a sus socios capitalistas: nombrando juntas directivas corruptas, maximizando los defectos de los trabajadores y tratando de llevarla a la bancarrota. Primero nos dijeron que no era rentable y ahora que demuestra ganancias (de nuestro bolcillo), tampoco quieren soltarle las amarras de Bogotá. A los ciudadanos nos obligaron a salvarla con el cuento del Fondo de Capitalización y todavía se hacen los pendejos para devolvernos ese dinero. Nos cobran tarifas muy elevadas para sostener a los que roban energía y agua, para darles servicio de recolección de basura a miles de vendedores informales y para Megaproyectos que escapan al control ciudadano. Para rematar, cobran el servicio más caro de internet y prestan un pésimo servicio al cliente. Si, doy fe de ello. Después de quince días de pedirles que fueran a mi casa a reparar la conexión, me toco cancelar el servicio y pasarme a un mini moden de Claro, el futuro gran monopolio de las comunicaciones del voraz señor Slim. Paradojas que nos plantea la vida, gracias a los espíritus ineptos.