miércoles

NAVIDAD EN FAMILIA, ESCUELA DE HIPOCRESÍA


La estupidez humana sobrepasa los límites de la razón, porque la masa está compuesta fundamentalmente por individuos pusilánimes que actúan empujados por el rebaño, incapaces de detenerse un instante para evaluar críticamente lo que pasa con sus vidas, o la de los demás. Es por eso que no sorprende que en la historia se produjeran el circo romano, las cruzadas, la inquisición, el holocausto nazi, la bomba atómica y aún hoy persistan la tauromaquia y las fiestas decembrinas.

Los pueblos como las personas sin dignidad,
simplemente viven de los imaginarios ajenos.
Así en Colombia la navidad se vive pensando en la nieve!


¿Pero y qué tienen de malo las navidades? Se preguntará el lector. Se ha puesto usted a pensar ¿cuántos miles de millones de toneladas de recursos naturales destrozamos cada año durante esas fiestas? Y ¿Sabe usted cuantas personas en el mundo sufren porque no pueden estar a la altura de esa alegría masificada que llamamos tradición y de la cual tanto provecho sacan, los emporios económicos? Las estadísticas de embarazos no deseados, alcoholismo, drogadicción, riñas y suicidio, que se dan por esos días, nos indican, que la cosa no es color de rosa.

Ciertamente la navidad es la más universal de las festividades, pero lo que se olvida es que tiene su origen en una impresionante mezcolanza caprichosa de creencias paganas, cristianas y comerciales. (Véase por ejemplo: http://rcg.org/es/folletos/ttooc-es.html).
Y hoy es tanto el despelote que ya prácticamente se unieron las calaveras y los murciélagos del Halloween con los ridículos villancicos, los Papás Noel, y los reyes magos. De suerte que estamos de fiestas desde el 31 de octubre hasta el 6 de enero. Aunque en otros pueblos se extiende todavía más con las ferias locales, como la de Manizales.

Lo peor de esta época del año es el llamado que se hace para que “disfrutemos en familia” porque sin importar las circunstancias particulares, todo el mundo tiene que salir corriendo para estar cerca de sus “seres queridos”. Se compran cualquier cantidad de chucherías (calcetines, camisetas, adornos para un día, etc.) porque hay que llevar regalos y no parecer tacaños. Luego en casa hay que hartarse estúpidamente de comida y licor, organizar la rumba para unos cuantos pelagatos y poner carita feliz para las fotos que se exhibirán en el Facebook, pues los demás deben verlos muertos de la dicha, como todos los demás.

¡Que dicha, la familia !.

Pero si usted mira con atención el comportamiento de los miembros de una familia promedio notará que la navidad lo que hace es transmitir y fortalecer de generación en degeneración los milenarios esquemas de sometimiento e hipocresía que sustentan el mundo de hoy.

Empecemos por decir que cada año, en las navidades los hombres solemos quedarnos solos porque a nuestras compañeras les corresponde quedarse en casa, en familia. Esto sucede porque desde muy niñas, nuestra sociedad patriarcal mediante chantajes y amenazas directas o veladas las van convirtiendo en las encargadas de conservar las tradiciones. La figura paterna, Dios poderoso del hogar, no siempre es quien dice lo que hay que hacer, porque ya la madre conoce las reglas y se encarga de imponerlas con la ayuda de la abuela. Ella ayudará a las niñas a hacerse adultas para que el día de mañana desempeñen su rol de sometidas incluso con satisfacción y orgullo. Y así de generación en degeneración ellas preparan la comida, arreglan la casa y el arbolito, se tienen que poner bonitas, aprender a reír, a bailar y a estar siempre listas a satisfacer todos los requerimientos de los barones de la casa o los barones invitados. En cuanto a las mujeres invitadas, ellas también tienen que ayudar a que la navidad sea algo lindo y placentero. Los hombres se encargan de la transmisión de los valores de los machos. Acompañan a los chicos a quemar pólvora, se sientan a degustar de los licores y las comidas fuertes que ellas les llevan. Luego son llamados a la mesa para celebrar la llegada del Señor porque dios debía ser varón.

Respecto de la residencia de la linda familia tenemos que decir, que durante todo el año es una auténtica guarida de locos, pero de repente se transforma y aparecen el orden y los adornos porque lo importante, es tirar la casa por la ventana ya que es tiempo de aparentar elegancia y distinción. Los hermanos se sacan las uñas y ni se miran hasta que llega la Sena de navidad. Se ponen perfume y ropas nuevas. Al amigo que tantos favores le pidieron durante el año, se le invita otro día a tomar una copa de cortesía, porque qué pereza verlo ese día tan especial. Y aunque no tienen para reparar las goteras de la casa entre todos se obsequian los juguetes electrónicos más costosos y de última generación para evitar la frustración de no estar a la moda.

Por último la señora de la casa se toma fotos con su odiado yerno y le regala un paquete de pañuelos. A la bochinchera del barrio se le invita a tomar un dulce para que no hable mal en el barrio. Besitos van y besitos vienen. Así fluye la felicidad que casi todos tratan de copiar de las empalagosas historias que nos muestran en la televisión.

Un iglú en pleno tropico

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Aaaaa  pero muy pocos son los que tienen el valor de esquivar la fuerza incontenible del rebaño. Qué pocos son los que rechazan prestarse a ese juego de hipocresía que fomenta la maquinaria consumista. Los que se atreven son mirados casi como seres antisociales. Pero, aunque no es fácil o cosa de un día, a quienes se sienten prisioneros de la tradición, les digo: es posible empezar a construir nuestra independencia para llevar una vida digna.

Como muchos no saben lo que significa esa palabra transcribo lo que se dice de ella en wikipedia: La dignidad, hace referencia al valor inherente al ser humano en cuanto ser racional, dotado de libertad y poder creador, pues las personas pueden modelar y mejorar sus vidas mediante la toma de decisiones y el ejercicio de su libertad.