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EDUCAR PARA HUMANIZAR, O PARA CREAR IDIOTAS ?


Educación para idiotas


Ya Carlos Marx en el siglo XIX había destacado lo revolucionario del capitalismo y el ritmo vertiginoso que tiene para convertirlo todo en mercancía y a todo ciudadano en un cliente que puede ser aprovechado en el juego de los intereses individuales.

Hoy cuando el neoliberalismo respira triunfal (a pesar de la crisis económica global) asistimos a uno de los fenómenos más degradantes, a la ruptura entre el saber y el ser. En efecto cada día más el conocimiento se vuelve mercancía y los estudiantes se transforman en clientes. Pero los clientes no adquieren ese conocimiento para una transformación auténtica de su ser en sociedad, se lo venden o imponen a través del sistema educativo para satisfacer las necesidades del capital y del poder.

De ahí el énfasis tan grade que se hace desde el ministerio de educación con el cuento de las competencias, con los ecaes y mil pruebas de saber, en los famosos proyectos de investigación y estudios de calidad, porque la mercancía debe demostrar su efectividad, su rentabilidad. No en vano la ministra viene del gerenciar la Cámara de Comercio de Bogota.

Pero la masa enorme de padres de familia, docentes, estudiantes y administrativos han caído como moscas en la salsa, en esta farsa infinita de la educación para el trabajo, que solo conduce a la deshumanización, porque nos vamos acostumbrando a que cada cual sólo se ocupe de sus intereses particulares, mientras la oligarquía se frota las manos satisfecha de lograr su cometido de hacer dinero mientras convierten a las personas en sujetos acríticos, idiotas con ínfulas de experticia, que sólo sirven para activar la sociedad de consumo.

Se ha producido entonces un abismo entre el saber y el ser. El sujeto es inducido hacia la educación pragmática y por eso compra, conoce, atesora datos para hacerse peón del capital, porque ya no le interesa asimilar lo que aprende, no le interesa ser mejor persona en comunidad, sino capacitarse para el mundo laboral o mejorar su escala salarial.

En consecuencia los libros van entrando en desuso, los docentes dejaron de ser personas respetables porque son un elemento más del engranaje de la reproducción tecnocrática. Ya se perdió la mística por el saber desinteresado y nos vamos convirtiendo en consumidores de “información”, de esos datos que lanzan desde los medios de comunicación y el internet. Y mas triste todavía es que muchos disfrutan de los escupitajos que se lanzan desde la moda de las “redes sociales” como el twitter. El diálogo con el otro se va perdiendo…. Tan es así que cuando vamos al restaurante las familias están más pendientes de la pantalla del televisor o del teléfono que del ser querido (?) que tenemos al lado.

Por todo lo anterior vale la pena tener en cuenta el siguiente comentario del profesor Mario Germán Gil desde su exaltación de la pedagogía crítica que busca una educación para que el individuo sea un ser responsable, pensante, libre en la determinación de su saber y su destino:


“En el diálogo hay disposición, interés en saber lo que el Otro quiere dar a conocer, lo que él es y piensa; en la disposición como actitud se despierta el deseo, surge una empatía que puede llegar a cultivarse por medio de un amor al saber en quien desea, en la posterior constitución de una comunidad de indagación, en la cual se busca construir saber, sociedad, comunidad. “Es más, quien dialoga, lo hace con alguien sobre alguna cosa”. Es lo que hace la figura del maestro con el educando, despertar por medio de la seducción o el amor al saber, un interés específico en la edificación conjunta de un conocimiento sólido para la vida, como hacedores de cultura, desde una posición consciente de lo que se piensa y se hace. Es pensar el pensar, que entraña una actitud creadora de los participantes, deseosos de transformar su entorno por medio de un saber hacer. Es pensar la educación para espíritus libres y no para la domesticación y operacionalización de las vidas, en la que el sujeto-educando se transforma en objeto y el diálogo entre yo y tú queda roto, para dar paso a la deformación, al discurso del docente que niega, vedando la palabra, pieza clave de todo proceso ético y de conocimiento” Tomado de “Saberes, poderes y subjetividades en el mundo escolar” Pagina 62.